EUROPA
PRESS
5 junio
2023
Los
golpes en la cabeza pueden aumentar el riesgo de Alzheimer
Una nueva investigación ha revelado que
los cerebros de militares sanos expuestos a explosiones muestran una
acumulación cerebral anormal de la proteína beta-amiloide, que interviene en el
desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, según publican sus autores en 'Radiology', revista de la Sociedad Radiológica de
Norteamérica (RSNA).
Las investigaciones realizadas en las últimas décadas
sugieren que podría existir una relación entre las lesiones cerebrales
traumáticas (LCT) repetitivas o graves y la acumulación anormal de
beta-amiloide. Ciertas formas de beta-amiloide pueden acumularse en forma de
ovillos y placas en el cerebro, lo que puede provocar deterioro cognitivo y
enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
"El beta-amiloide es una molécula que normalmente no se
encuentra en el cerebro de los pacientes jóvenes --explica el autor del
estudio, el Dr. Carlos Leiva-Salinas, profesor asociado de radiología en la
Facultad de Medicina de la Universidad de Missouri (Estados Unidos)--. Se ha
propuesto que la acumulación de beta-amiloide en el cerebro es un
acontecimiento temprano en la patogénesis de la enfermedad de Alzheimer, el
tipo de demencia más común en todo el mundo, que afecta a millones de
personas".
El traumatismo craneoencefálico puede ser el resultado de un
traumatismo craneal directo, como una caída o la práctica de deportes de
contacto, pero también puede ser el resultado de
fuerzas indirectas --como las ondas de choque de las explosiones en el campo de
batalla-- que sacuden violentamente el cerebro en el cráneo.
Estudios previos de autopsias han demostrado la presencia de
placas amiloides tan pronto como horas después de una lesión cerebral grave.
"La tomografía por emisión de positrones (PET) no invasiva
podría utilizarse para identificar la acumulación de beta-amiloide en fases
tempranas en personas o profesiones expuestas a lesiones cerebrales
traumáticas, como militares, policías, bomberos, futbolistas, etc.",
afirma Leiva-Salinas.
Para el estudio, los investigadores reclutaron a nueve
instructores militares de granadas o breacher en la
base militar de Fort Leonard Wood desde enero de 2020 hasta diciembre de 2021.
Los instructores de granadas y breacher son oficiales
militares que entrenan a reclutas en el uso de granadas de mano y explosivos u
otros métodos mecánicos para forzar la apertura de puertas.
Otros nueve civiles se incluyeron en el estudio como grupo
de control sano. Todos los participantes carecían de antecedentes de conmoción
cerebral y eran varones de unos 30 años, una edad en la que no se espera la
acumulación de amiloide.
Los 18 participantes fueron evaluados dos veces. La primera
evaluación fue para establecer una línea de base y la segunda tuvo lugar
después de la exposición a la explosión, aproximadamente cinco meses después
del examen de línea de base. Los instructores militares rellenaron un registro
digital con el número de exposiciones a explosiones, incluido el disparo de armas.
Los participantes de control fueron evaluados en momentos similares.
Todos los participantes se sometieron a un escáner PET de la
cabeza para evaluar y cuantificar los cambios amiloides. Se utilizó un programa
informático de análisis para segmentar seis regiones cerebrales que suelen
asociarse con la enfermedad de Alzheimer y la LCT.
Se observó una acumulación anormal de amiloide en seis de
los nueve participantes expuestos a explosiones. Tres de los participantes
tenían una región del cerebro con mayor acumulación de amiloide, dos
participantes tenían dos regiones y un participante tenía tres regiones con
acumulación anormal. Ninguno de los participantes sanos de control mostró una
acumulación anormal de amiloide.
"Es necesario seguir investigando para establecer la
relación entre la frecuencia y la gravedad de las lesiones cerebrales
traumáticas y el grado de cambios amiloides en el cerebro, el curso natural de
la acumulación observada y otros posibles factores biológicos de riesgo para la
deposición de placa amiloide y el desarrollo de deterioro cognitivo",
concluye Leiva-Salinas.